Para el mayor número de personas posibles, así es el diseño universal e incluyente, una tendencia en la que la creación de espacios, comunicaciones, productos y servicios está a la altura de todas las cabezas, de personas con enfermedades, discapacidades físicas, sensoriales y cognitivas y habilidades diferentes. Lo más relevante de esta nueva forma de crear es que no requiere de adaptaciones y se enfoca en el acceso para todos.
Aunque esta tendencia nació en los años 70 con la arquitectura inclusiva, hoy es relevante no solo en la construcción sino también en las comunicaciones, la señalética y los servicios físicos y digitales que son más intuitivos y perceptibles desde múltiples sentidos y formas de información.
En la arquitectura, los usos más comunes de diseño inclusivo son la instalación de rampas, los espacios amplios que permiten la circulación de sillas de ruedas en pasillos y baños, los suelos antideslizantes y con aditamentos para personas con discapacidad visual, las barandas de apoyo, las plataformas móviles y los parqueaderos para personas con movilidad reducida, entre otros.