Una empresa que no contrate personas con discapacidad está perdiendo talento, y desperdicia la posibilidad de tener en su equipo a personas que ven las cosas de formas distintas y que además tienen mucho sentido de pertenencia cuando reciben una oportunidad porque la valoran mucho más aun al no ser tradicionalmente incluidas. Pero más allá, cuando no se amplían las oportunidades de uso de los productos y servicios a las personas con habilidades diferentes, se desaprovecha a un grupo de consumo relevante por sí mismo y por el número de personas que involucra su grupo familiar y de amigos.
Un hotel que no tenga acceso para personas con silla de ruedas, por ejemplo, puede perder un grupo de 60 o más clientes entre los que había uno con discapacidad, o una familia de cinco, que tal vez quiso comparar un plan de hospedaje en el que todos pudieran acceder, incluso un adulto mayor con restricciones de movilidad.
En cuanto a la cultura incluyente, el primer reto es aprender sobre inclusión y de ahí cambiar la lástima y el miedo que nos genera la discapacidad por el reconocimiento de habilidades: crear políticas en las que la empresa se compromete a no discriminar, no calificar las diferencias sino los talentos, comunicarse en lenguajes, formatos y con recursos audiovisuales para todo tipo de público, crear programas con una vinculación laboral adecuada, hacer de cambios en la accesibilidad, programas de capacitación en servicio incluyente, entre otros.
La accesibilidad es comodidad sin límites, es ver más allá y decir somos abiertos aquí hay servicios y productos para todos, somos abiertos entréguenos su talento.
Destacados
“Cuando las empresas crean desde la diversidad, la creatividad se impulsa y los mercados se mueven al ritmo de la diferencia”.
Adriana Villa Moreno, gerente de Bua Diseño Universal.
“La discapacidad es una nueva visión y un nuevo mercado, verla sin miedo es abrirse a las posibilidades de un grupo desatendido con posibilidades de consumo y de trabajar”.
Berny Bluman, director de Colombia Accesible