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abril 30 2025

Empresas inclusivas, de la infraestructura a la apertura mental

Las empresas inclusivas entendieron que la discapacidad es una diferencia y no una limitación. Más allá de renovarse para permitir el acceso y atender a todos los públicos sin importar su condición, abrieron su mente al emplear talentos valiosos que han sido discriminadas pero que pueden trabajar y mejorar los indicadores de los negocios.

Reconocer las capacidades por encima de las diferencias y limitaciones, es ser una empresa incluyente, es decir, la que reconoce que entre el infinito universo de posibles clientes hay personas diversas, con discapacidades, distintos géneros, razas, clase sociales, edades, religiones y orientaciones sexuales; pero, además, que muchas de ellas tienen talentos para desempeñarse en distintos cargos por su conocimiento y talento.

La tarea más allá, de una empresa inclusiva es invertir en infraestructura para todos, es decir cómoda y sin distinciones, como una simple rampa, que, aunque ha sido creada para quienes no pueden subir escaleras, cuando se instala se convierte en el camino preferido de todos, personas con silla de ruedas, con bastones y muletas, pero también los niños, la tercera edad, los jóvenes y adultos sanos y sin limitaciones.

En segunda instancia, está la creación de una cultura incluyente por convicción, más allá del altruismo, la obligación y la moda, una meta un poco más ambiciosa pero que rima tan bien con los negocios como cualquier otra decisión corporativa, al tener en cuenta que el 15% de la población mundial, es decir, más de 1.000 millones de personas, sufren algún tipo de discapacidad, una población atractiva en número y posibilidades de consumo para la que vale la pena crear productos y servicios porque tiene capacidades de generar desarrollo económico.

Una empresa que no contrate personas con discapacidad está perdiendo talento, y desperdicia la posibilidad de tener en su equipo a personas que ven las cosas de formas distintas y que además tienen mucho sentido de pertenencia cuando reciben una oportunidad porque la valoran mucho más aun al no ser tradicionalmente incluidas. Pero más allá, cuando no se amplían las oportunidades de uso de los productos y servicios a las personas con habilidades diferentes, se desaprovecha a un grupo de consumo relevante por sí mismo y por el número de personas que involucra su grupo familiar y de amigos.

Un hotel que no tenga acceso para personas con silla de ruedas, por ejemplo, puede perder un grupo de 60 o más clientes entre los que había uno con discapacidad, o una familia de cinco, que tal vez quiso comparar un plan de hospedaje en el que todos pudieran acceder, incluso un adulto mayor con restricciones de movilidad.

En cuanto a la cultura incluyente, el primer reto es aprender sobre inclusión y de ahí cambiar la lástima y el miedo que nos genera la discapacidad por el reconocimiento de habilidades: crear políticas en las que la empresa se compromete a no discriminar, no calificar las diferencias sino los talentos, comunicarse en lenguajes, formatos y con recursos audiovisuales para todo tipo de público, crear programas con una vinculación laboral adecuada, hacer de cambios en la accesibilidad, programas de capacitación en servicio incluyente, entre otros.

La accesibilidad es comodidad sin límites, es ver más allá y decir somos abiertos aquí hay servicios y productos para todos, somos abiertos entréguenos su talento.

Destacados

“Cuando las empresas crean desde la diversidad, la creatividad se impulsa y los mercados se mueven al ritmo de la diferencia”.

Adriana Villa Moreno, gerente de Bua Diseño Universal.

“La discapacidad es una nueva visión y un nuevo mercado, verla sin miedo es abrirse a las posibilidades de un grupo desatendido con posibilidades de consumo y de trabajar”.

Berny Bluman, director de Colombia Accesible

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